Carlos Alberto Montaner
El 30 de mayo de 1961, hace 60 años, murió Trujillo. Lo mató un comando de unas 7 personas que lo seguía en tres autos, en el trayecto a San Cristóbal, su ciudad natal.
En total los complotados fueron 11, aunque medio centenar de personas estaban al tanto de lo que sucedía, y sólo dos pudieron vivir para contarlo: Antonio Imbert Barreras y Luis Amiama Tió.
El primero se escondió muy discretamente en el consulado italiano, y el segundo tuvo la protección de un matrimonio amigo que lo escondió en su casa, tras una falsa pared, dentro de un armario.
Ambos salieron de sus escondites a los seis meses, cuando la familia Trujillo se había ido a Europa. El presidente Joaquín Balaguer convirtió a los dos sobrevivientes en generales de las Fuerzas Armadas dominicanas.
Hasta ahí lo que se sabe. Lo que no se sabe, es que Estados Unidos tenía la peor opinión de Rafael Leónidas Trujillo, y sabía que se iba a producir un atentado porque estaba en contacto con uno de los complotados, el señor Antonio de la Maza, al que le suministraron algunas armas de fuego. Cuatro años antes, en 1957, Trujillo había hecho a asesinar a Octavio de la Maza, hermano de Antonio.
Octavio, piloto, fue “suicidado” en una celda del servicio secreto dominicano, acusado de haber desaparecido a Gerald Lester Murphy, piloto norteamericano que secuestró a Jesús de Galíndez, un vasco, profesor de “Columbia University”, exiliado en New York, autor de un libro que indignó al dictador: La era de Trujillo.
Ese fue el final de Trujillo. Primero, el presidente Ike Eisenhower, al final de su mandato, trató el secuestro como una agresión a la soberanía americana.
Su hermano Milton Eisenhower, un eminente académico, le hizo ver el peligro que se corría si Trujillo secuestraba a un profesor de “Columbia University” en pleno New York y lo llevaba a República Dominicana para asesinarlo. Luego, durante la presidencia de John F. Kennedy, se retiraron los embajadores a instancia de la OEA.
Trujillo cambió las alianzas y se acercó a Cuba. El 17 de abril se produjo la invasión de Bahía de Cochinos. Fidel temía que Trujillo ordenara un ataque aéreo contra Santiago de Cuba.
En 1947 amenazó con hacerlo si desembarcaban los expedicionarios de Cayo Confites. Fidel estaba entre ellos. Apenas tenía 21 años, pero recordaba muy bien ese episodio.
Harry Truman, presidente de Estados Unidos en ese momento, lo que menos quería era una guerra en el Caribe. El jefe del ejército cubano, Genovevo Pérez Dámera, fue invitado a Washington y le explicaron la situación. Tras su regreso a Cuba la expedición fue abortada. Pero estábamos en 1961. Lejos de eso, el hombre de Cuba en República Dominicana, un señor que decía llamarse Andrés Rodríguez y parecía un artista de cine, le dijo a La Habana que no debía preocuparse. Tenía una magnífica relación con Trujillo.
Este operativo de la DGI, sabía que hombres cercanos a los Estados Unidos preparaban un atentado a Trujillo, y dos o tres veces le avisaron al dictador que cambiara su recorrido, algo que hizo.
La noche del atentado (o ajusticiamiento, depende de la perspectiva) Trujillo se empeñó en tomar el camino más corto y así se lo comunicó al capitán Zacarías de la Cruz, su chófer, quien resultaría severamente herido.
Muerto el dictador, poco después desapareció la dictadura de 31 años.
Fuente: Listin Diario