En los videos se observa a un hombre adulto que dirige un rezo en voz alta, mientras varias personas, incluidos niños, están a su alrededor. Durante el momento de oración, uno de los niños parece distraerse o no seguir la dinámica, y el hombre reacciona de forma violenta, dándole un golpe para obligarlo a “prestar atención”. La escena es breve, pero contundente: el acto ocurre en un contexto que se supone espiritual y de recogimiento, lo que genera un fuerte contraste entre el mensaje religioso que se pronuncia y la conducta agresiva que se ejecuta contra un menor.
Estos videos se han vuelto virales porque muestran una normalización de la violencia infantil bajo la justificación de la disciplina, la autoridad o la religión. Para muchas personas, el hecho de que el golpe ocurra mientras se está rezando resulta especialmente impactante, ya que expone una contradicción moral evidente: se invoca a Dios, el respeto y los valores, pero se responde con agresión física ante la desobediencia de un niño. Esto ha provocado indignación, debate y rechazo en redes sociales, donde el foco no está en el rezo en sí, sino en el abuso de poder del adulto y en cómo prácticas violentas aún son defendidas o minimizadas en ciertos entornos sociales.
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