Hoy, 30 de junio, se conmemora en la República Dominicana el Día del Maestro, una fecha establecida oficialmente mediante la Resolución No. 6-39 del 6 de junio de 1939, durante la gestión del licenciado Virgilio Díaz Ordóñez como secretario de Estado de Justicia, Educación Pública y Bellas Artes. Esta efeméride rinde homenaje al natalicio del profesor Juan Bosch Gaviño, uno de los escritores y pensadores más ilustres de América Latina, símbolo del compromiso con la enseñanza, la cultura y la ética.
Este día nos invita a reflexionar sobre el papel fundamental
que desempeñan los docentes en la construcción de una sociedad más justa y
educada. En cada aula del país, miles de maestras y maestros dan lo mejor de sí
para formar a los ciudadanos del mañana. Su entrega diaria va mucho más allá
del contenido académico: son orientadores, psicólogos improvisados, mediadores
sociales y, muchas veces, la única figura de estabilidad emocional para muchos
estudiantes.
Sin embargo, más allá de las flores, los actos simbólicos y
las placas de reconocimiento, ¿Realmente se valora el trabajo del maestro
como se debe?
Los maestros dominicanos han sido históricamente pilar del
desarrollo nacional, pero también han sido uno de los sectores más golpeados
por la falta de atención estructural. Hoy, más que aplaudirlos por su entrega,
debemos preguntarnos con sinceridad:
· ¿Tienen los docentes las condiciones
adecuadas para enseñar con dignidad?
· ¿Cuentan con aulas seguras, recursos
didácticos, acceso a tecnología y ambientes saludables?
· ¿Está bien compensado el esfuerzo que
realizan día tras día, muchas veces fuera del horario establecido?
· ¿Están protegidos ante la violencia o
las injusticias que se presentan en algunos centros escolares?
· ¿Reciben apoyo psicológico y
emocional, en medio de una sociedad cada vez más exigente y cambiante?
Aunque no es un día feriado oficial, entidades como el
Ministerio de Educación (MINERD) y la Asociación Dominicana de Profesores
(ADP), junto a escuelas y colegios de todo el país, realizan actos
conmemorativos para reconocer la incansable labor de enseñar, una profesión que
continúa siendo piedra angular del desarrollo nacional.
Pero los desafíos persisten: aulas sobrepobladas, falta de materiales, bajos
salarios en comparación con el costo de vida, agresiones físicas y verbales por
parte de estudiantes o familiares, y, en algunos casos, escasa actualización
profesional. El homenaje verdadero al maestro no debe quedarse en un acto
protocolar, sino manifestarse en acciones concretas, como la mejora de su
calidad de vida, la dignificación de su carrera y la garantía de ambientes
laborales seguros y estimulantes.
En este Día del Maestro, más que un aplauso, el país
debe comprometerse con una pregunta esencial:
¿Qué estamos haciendo hoy para que el maestro se sienta
orgulloso de su vocación mañana
Trabajado por Fernando
Castillo