En tiempos donde la disciplina escolar parece ceder ante modas y relajación de normas, el sacerdote Norberto Antonio Rosario Ovalle, párroco de la iglesia San Francisco de Asís en María Trinidad Sánchez y director de un centro educativo de secundaria, ha levantado la voz con firmeza y claridad. Sus declaraciones, que se han hecho virales en redes sociales, no son simples advertencias: son un llamado urgente a rescatar valores que nuestra juventud necesita.
Un líder que no teme decir lo que piensa
Con 25 años de vida sacerdotal, el padre Norberto no es ajeno a las controversias. Su trayectoria está marcada por la defensa de los más vulnerables y la denuncia de injusticias. Ha enfrentado desalojos ilegales, alzado la voz contra el microtráfico y reclamado decisiones judiciales que afectan a jóvenes. Siempre con un estilo directo, firme y sin miedo a incomodar.
Normas claras para el nuevo año escolar
El sacerdote, basándose en el convenio entre el Ministerio de Educación y la Iglesia, ha establecido reglas precisas para el año escolar 2025-2026:
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No se permitirán “pajones” ni cortes de cejas llamativos.
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Corte de cabello sobrio, como ejemplo de orden.
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Ingreso máximo a las 7:45 a.m., sin excepciones.
Además, él mismo estará en la puerta para garantizar el cumplimiento. “Que no venga ningún papá a reclamar después y mucho menos el distrito”, señaló sin titubeos.
¿Por qué estas medidas son necesarias?
Quienes critican estas decisiones olvidan que la escuela no es solo un lugar para transmitir conocimientos, sino para formar ciudadanos responsables, con hábitos que les sirvan para toda la vida. La puntualidad enseña compromiso; la presentación personal refleja respeto por uno mismo y por los demás; y las normas claras evitan el desorden que tanto daño hace al ambiente escolar.
Estoy plenamente de acuerdo con lo que plantea el padre Norberto. La educación de calidad necesita disciplina, límites claros y coherencia entre lo que se enseña y lo que se exige. La permisividad excesiva ha llevado a que en muchos centros educativos la autoridad se vea debilitada y el respeto se pierda.
El sacerdote no busca imponer por capricho, sino formar jóvenes con criterio, responsabilidad y valores. Su firmeza es, en realidad, una muestra de amor y compromiso hacia sus estudiantes y hacia el futuro de nuestra sociedad.
En un país que necesita urgentemente ciudadanos íntegros y trabajadores, medidas como estas no solo son correctas, sino imprescindibles.
FERNANDO CASTILLO
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