jueves, 7 de agosto de 2025

¿Qué país queremos si no respetamos nuestros símbolos patrios?

La República Dominicana, nación forjada a base de luchas, sacrificios y un profundo amor por la libertad, cuenta con tres símbolos patrios que representan su historia, identidad y soberanía: la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional. Estos no son simples adornos o piezas decorativas, sino emblemas sagrados que nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando estos símbolos son ultrajados? ¿Qué consecuencias puede enfrentar un pueblo que permite que sus más altos emblemas sean manipulados, ridiculizados o tergiversados?

La Constitución Dominicana, en su artículo 33, establece con claridad que el Himno Nacional, composición musical de José Reyes con letra de Emilio Prud’Homme, es único e invariable. No hay margen para modificaciones, adaptaciones o reinterpretaciones que alteren su esencia. De igual forma, la Ley 210-19 prohíbe de manera explícita cambiar su letra, su tiempo musical, bailarlo mientras es interpretado o convertirlo en una pieza bailable. Las sanciones para quienes incurran en estas acciones van desde prisión de uno a tres meses, hasta multas significativas.

No obstante, más allá de las leyes, la verdadera pregunta es: ¿hemos perdido el respeto y el valor que otorgamos a nuestros símbolos?

Recientemente, un colectivo LGBT sustituyó las letras originales del Himno Nacional por una versión que promueve su inclusión, según ellos. Este hecho, difundido en redes sociales, ha provocado la indignación de autoridades y ciudadanos. El presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, Juan Pablo Uribe, anunció que emprenderán acciones legales contra este acto, calificándolo como un ultraje que cruza los límites del respeto.

Ciertamente, toda comunidad tiene derecho a la libertad de expresión y a la defensa de sus derechos, pero ¿esa libertad incluye modificar un símbolo patrio? ¿Puede un reclamo social justificar la alteración de un himno que pertenece a toda la nación?

No se trata de rechazar la lucha por la igualdad, sino de reconocer que existen límites que no pueden ser transgredidos sin que se ponga en riesgo el sentido de unidad nacional. El Himno Nacional no es un lienzo en blanco para reinterpretaciones artísticas ni una herramienta propagandística; es un símbolo que debe inspirar respeto, solemnidad y orgullo.

Si hoy aceptamos que se cambie la letra del himno, mañana podríamos aceptar que se modifique la bandera o el escudo según la ideología de turno. Y entonces, ¿qué quedará de nuestra identidad como dominicanos?

Respetar los símbolos patrios no es un acto de nacionalismo vacío, sino una forma de preservar la memoria histórica y la esencia que nos une como pueblo. Como sociedad, debemos preguntarnos: ¿defenderemos lo que nos representa o permitiremos que se diluya entre polémicas y modas pasajeras?

Porque cuando se pierde el respeto por los símbolos patrios, no solo se ultraja un himno, una bandera o un escudo; se ultraja también la dignidad de la nación entera.

FERNANDO CASTILLO

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